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La Carretera Austral: una caja llena de sorpresas

12/11/2019

Antonia del Rio

 

Que el turismo en Patagonia va aumentando a pasos agigantados ya no es novedad. Hace ya varios años que vemos la cantidad de extranjeros que llegan a nuestro país y se dirigen directamente a conocer las majestuosas Torres del Paine. Pero bien sabemos que la Patagonia tiene mucho más que entregar, y de a poco la Carretera Austral también ha tomado mayor protagonismo. A principios de noviembre fuimos invitados por Ruta 7, un tour operador radicado en Coyhaique, a recorrer la zona de manera única. ¿Qué es lo que vimos? Los detalles del viaje y qué recomendamos visitar, a continuación.

En octubre de este año conocimos a Ruta 7, un grupo de jóvenes santiaguinos que luego de años recorriendo y obteniendo material audiovisual de cada rincón de la Carretera Austral, decidieron montar una empresa de turismo que ofreciera programas que permitieran conocer la zona de manera única. Se dieron cuenta de que, con todo lo que habían recorrido, habían conocido lugares, operadores turísticos, alojamientos y restaurantes locales que eran dignos de mostrárselos al resto del mundo. Pero querían hacer las cosas de manera distinta. Se propusieron promocionar este lugar descentralizando el turismo de los típicos destinos y descubriendo y preparando nuevos atractivos, siempre buscando la forma más innovadora y respetuosa con la naturaleza de hacerlo.

 

Si bien la Carretera Austral está compuesta por más de 1000 kilómetros, esta vez nos enfocamos en conocer parte de la Región de Aysén, lo que se llama la Carretera Austral sur. ¿La época? Noviembre. Según ellos uno de los mejores meses del año para ir, debido a la baja cantidad de turistas y la alta probabilidad de días más cálidos y bonitos.

Al visitar la llamada ruta escénica más bella de Chile por lo general las expectativas son conocer sus icónicos lugares como cerro Castillo o las Capillas de Mármol, pero hay otros atractivos que sorprenden y te hacen enamorarte de este destino. He aquí una lista de las top 3:

  1. Cada kilómetro es un espectáculo a la vista

Cuesta del Diablo florecida ©Antonia del Río

Sí, las distancias son largas y los caminos de ripio resultan un poco agotadores. Pero cuesta creer que existan otros lugares en el mundo con rutas escénicas tan bonitas como ésta. A la vuelta de cada curva te encontrarás con alguna laguna, lago, bosque o cerro que llame tu atención, siempre con brillantes colores.

Iniciamos nuestro viaje desde Coyhaique hacia el sur, tomando la ruta 7 en dirección hacia el lago General Carrera. Nuestro chofer, Rafael, manejaba una gran van donde cabíamos los 4 invitados y los 2 guías o “anfitriones” de Ruta7, como se hacen llamar.

No habíamos avanzado ni 15 minutos y ya tuvimos que detenernos y bajar a sacar fotos. Es que este arcoiris patagón no se parecía a nada que hubiera visto antes… era inmenso, ancho y casi no tenía curvatura.

Llegando al Parque Nacional Cerro Castillo los guías nos advirtieron que habían altas probabilidades de ver huemules, así que íbamos atentos mirando por la ventana hacia los bosques y ríos a ver si alcanzábamos a ver un pedacito de huemul. Para nuestra sorpresa –y creo que para los guías también– nos topamos con una familia completa de huemules comiendo tranquilos en un pastizal. Eran ocho, entre ellos, un macho de grandes cuernos peludos. Parecían notar nuestra presencia pero fuimos prudentes con la distancia y continuaron alimentándose pacíficamente.

Kilómetros más adelante nuevamente vimos la necesidad de detenernos ante otra maravilla: la famosa cuesta del diablo, en primavera. Aunque el cerro Castillo en ese minuto estaba tapado, el color amarillo de las flores que rodeaban el camino fueron todo un espectáculo.

Uno de los momentos más emocionantes fue nuestro primer acercamiento al lago General Carrera – o Chelenko, como le llaman en tehuelche, que significa “lago de las tempestades”–. Nos contaban que en tormentas puede alcanzar olas de hasta 4 metros, y que su fuerte color turquesa se debe a que es un lago de origen glaciar, que recibe distintos minerales y sedimentos de los glaciares que los rodean. Simplemente con recorrer esos caminos perdidos mirando el fuerte azul del segundo lago más grande de Sudamérica, ya nos dábamos por pagados.

  1. Un millón de atractivos por conocer

La zona abarca un sinfín de maravillosos lugares por visitar. Y aunque generalmente sólo escuchamos sobre los clásicos como el glaciar Exploradores, hay muchos otros que permanecen escondidos o bien, existen mejores maneras de conocerlos.

Por ejemplo, una de las paradas que hicimos fue el Santuario de la Naturaleza Capilla de Mármol, uno de los imperdibles de la región. Pero esta vez, cambiamos las ruidosas e invasivas lanchas por kayaks de travesía. Los tours tradicionales suelen salir desde Puerto Río Tranquilo, pero a nosotros nos llevaron a otra playa a unos 5km de ahí donde nos esperaban kayaks, faldones y nuestro guía, Diego, quien nos dio unos consejos antes de ponernos a remar. Para nuestra suerte, ese día el Chelenko poco tenía de tormentoso y nos esperaba tranquilo, brillando con su color turquesa característico.

Alrededor de 1 hora y media remamos y, por muy calmado que estuviera el lago, igual nos hacía sentir su fuerza al alejarnos de las orillas. Sin embargo, logramos remar sin problema en dirección al grupo de islotes que tanto queríamos conocer. Silenciosas, nos esperaban casi sólo a nosotros. La sensación que invadía cuando el kayak avanzaba lento sin esfuerzo hacia las cuevas, y sobre ti empezabas a ver cientos de colores y texturas que miles de años de viento y agua han dejado al descubierto, era inexplicable. “Hay personas que venían a casarse aquí”, nos contaron, y hacía sentido al sentir el misticismo del lugar. El equipo de Ruta7 también había hecho snorkel en las capillas, un tour que ofrecerán en un futuro.

¿Otra parada? A 30 km al sur de Puerto Río Tranquilo nos esperaba el, menos conocido, Valle Leones. Un trekking de 18 kilómetros –ida y vuelta– que permite conocer un resumen de la variedad de paisajes que abarca la región: enormes glaciares, montañas nevadas, frondosos bosques, pampas, caudalosos ríos y más. El trekking permite llegar al mirador del impresionante glaciar Leones, que es una de las puertas de entrada a los Campos de Hielo Norte.

  1. Amaneceres únicos y sabores inolvidables

Si bien es una zona turística reconocida, aún está muy poco explotada y los lugares donde alojar y comer son escasos. De todas formas, me sorprendió de buena manera la calidad y buen servicio de éstos.

Cuando recorrimos desde Coyhaique hacia Puerto Ibáñez, llegamos tarde y cansados a unas cabañas en el Lago Tamango. Eran simples pero acogedoras, y estábamos a pocos metros del lago donde tranquilos flotaban un muelle y un bote. Sabíamos que tendríamos vista al cerro Castillo, pero la sorpresa nos la llevamos al día siguiente cuando algunos ansiosos nos despertamos a ver el amanecer y nos dimos cuenta del paisaje frente a nuestros ojos… este era el único lugar donde se puede ver completo el cordón montañoso del cerro Castillo.

Otro lugar increíble fue donde alojamos para recorrer los alrededores de Puerto Río Tranquilo: el Mallín Colorado. Fundado por la familia Christensen hace 23 años, goza de una ubicación privilegiada en la ribera sur/oeste del lago General Carrera. Su nombre se debe a la laguna Mallín que se encuentra dentro de sus terrenos cuya vegetación suele tornarse de color rojo. La gente que atiende ahí, es una mezcla entre personas locales, santiaguinos y extranjeros voluntarios, que entregan un servicio de primera calidad. Nos prepararon exquisitos platos preparados con típicos ingredientes de la zona, como la morchella.

También fue muy interesante conocer el turismo cervecero que se ha ido desarrollando en la región. De hecho, Coyhaique, Villa Castillo y Puerto Río Tranquilo ya cuentan con su propia cerveza artesanal: Tropera, Caiquén y Catedral, respectivamente. Además de la cerveza Dolbek y Arisca que representan la Patagonia y el lago General Carrera.

Este nuevo rubro también ha influenciado a los restoranes de la zona. Tal es el caso del restorán Arisca, que este año retomó su administración inicial para entregarle al turista exquisitas pizzas junto a distintos tipos de cerveza de la casa: Arisca Baya, Arisca Alazana y Arisca Picassa, nombradas según el color del pelaje de los caballos.

¿Otros datos gastronómicos que destacaron? La impresionante comida casera en ollas de greda en el clásico restorán Casa Bruja en Puerto Río Tranquilo, y las mejores pizzas y cervezas troperas en el Mama Gaucha en Coyhaique.

Sin duda la Carretera Austral es un lugar cuyo paisaje, gente y cultura aseguran unas vacaciones inolvidables. Creo que muchas veces posponemos visitarla porque la sentimos lejos, difícil de llegar, sentimos que se necesita mucho tiempo y pensamos que sólo se puede recorrer en verano. Pero con este viaje derribé varios mitos. Ahora sé que de Santiago a Balmaceda es un vuelo que dura 2 horas y media, que otoño y primavera son igual – o más –  impresionantes para visitarla, y que no importa la lluvia, sol, viento, frío o calor; la experiencia en la Patagonia siempre será increíble. ¿Un plus? La gente más cariñosa y feliz que uno se puede topar.

Para cerrar, me parece importarte recalcar que lugares tan prístinos y poco intervenidos como éste quedan pocos en el mundo, y es muy importante que como turistas nos preocupemos de cuidarlos y de no intervenir sus sanos ecosistemas.